Tocata y fuga en Sol Mayor de Mágina -Ideal Sierra Mágina, mayo de 2019-
Hace ya dos años
que escribí mi primera colaboración en este bendito periódico que, al menos una
vez al mes, presta a nuestra modesta Mágina la potencia de su megáfono
mediático. Recuerdo con cariño aquel primer artículo. Me había llamado Ascen
Cubillo -permíteme la familiaridad, querida coordinadora de Ideal Sierra
Mágina-, para que escribiera un artículo sobre mi pueblo. Y digo que le tengo
cariño a ese artículo, porque con él cometí la osadía de intentar cambiar la
impresión del lector sobre Bélmez de la Moraleda, malacostumbrado precisamente
por la prensa a clavar su mirada en los misterios de su suelo, perdiéndose con
ello algún que otro prodigio que descubriría con tan solo alzar la vista.
Releyendo así por encima lo escrito aquí
durante estos dos años, casi me atrevería a decir que, con más o menos acierto,
con mayor o menor sintonía o aceptación por parte de nuestros lectores
maginenses y foráneos -que de todas partes los hay, afortunadamente-, la composición
resultante se asemeja a lo que en música viene a llamarse una tocata y fuga:
una huida, un escape; una pieza en la que tres o más voces emprenden una
persecución entre ellas.
En mi columna, el
tema principal, el sujeto, esa voz que entra en un primer término, entona toda
una declaración de amor, un canto a las maravillas de esta tierra que nos vio
nacer: sus peculiaridades geográficas, su riqueza histórica y etnográfica, la
hospitalidad de sus gentes… esas cosas que nos hacen sentirnos tan orgullosos
de pertenecer a este singular enclave. Pero transcurridas unas cuantas líneas
de ese plácido paseo por nuestros pueblos, donde se entrecruzan saludos y
conversaciones al abrigo de la llaneza de las gentes de Sierra Mágina, entra en
juego la segunda voz con el sujeto traspuesto a la dominante. Entonces,
respondiendo en contrapunto a la beatífica armonía primera, surge de mí un
llanto dirigido al mundo que nos ha tocado vivir: el éxodo, la despoblación, el
desmantelamiento progresivo de lo rural… el final de un estilo, de una manera
de ser y de actuar que está muriendo poco a poco, día tras día.
Al entrecruzar
ambas voces -la loa y el lamento; una armonía jónica con un modo eólico-,
pudiera parecer que el resultado se desvanece ante un exceso de melancolía.
Pero se sabe de sobra, que ella, la eterna melancolía, resulta en mí del todo
inevitable, pues solo encuentro una certeza: la negrura de este aciago y
desesperanzador horizonte en el que se dibuja la silueta de la modernidad, con
su todo vale y su vaciado absoluto de valores. Es como si me hubiera convertido
en uno de esos personajes de mirada perdida que habitan los cuadros de Hopper,
pero en lugar de estar sentado en la cama de mi apartamento de Manhattan con
vistas a Central Park, me encuentre contemplando el Almadén desde el alfeizar de
una de esas ventanas de arcos apuntados como ojos absortos, que dibujan sus
perfiles azuletes en las paredes del cortijo de Mata Bejid.
Cuando desnudo
las carencias de nuestra tierra me veo dando un salto hacia adelante, porque el
cariño y el amor -y hasta la devoción y la pasión- no están reñidos para nada
con la razón y la verdad. Querer lo nuestro, lo que somos, de lo que formamos
parte, no es ceguera ni desdeño de la evidencia. Al contrario, el ser crítico
me da perspectiva suficiente para poder ver el camino que va faldeando esta
Sierra Mágina hacia el futuro. Cómo sea este, va a depender en gran parte de
esa mirada, que en mi caso es triste, como de perro gris, aunque no creo que se
me pueda negar el coraje por superarla.
Y aquí es donde
entra la tercera voz de esta tocata y fuga en Sol Mayor de Mágina, haciéndolo
de nuevo con el sujeto original, pero en una octava distinta. Por ello, y sin
desdecirme de nada, hago énfasis en los valores que tenemos que potenciar:
paisaje, historia, calidad humana… implorándolo en mi canto a voz en grito si
es preciso. De hecho, lejos de resultar redundante, parece que la melodía
remontara en un bello y armonioso prodigio. Tanto, que sin apenas daos cuenta
ni saber muy bien el porqué, acto seguido la estaréis tarareando de manera
compulsiva y machacona: acondicionamiento, rehabilitación, restauración,
emprendimiento…; todos los «…miento» y las «…ación» que no desafinen con
nuestra comarca.
Evidentemente,
esta tabla de tres partes es solo la exposición de una posible tocata de Mágina
a la que le faltarían sucesivos desarrollos para convertirse en una obra en sí.
De hecho, al igual que el maestro Johann Sebastian Bach –que es el gran
exponente de esta forma de componer-, debería tratar de generar más interés
acortando la distancia entre las entradas sucesivas del sujeto en una
superposición de voces a modo de bucle o «stretto». Así trataría de lograr
que la fugacidad no se confunda con la desesperación y la impotencia; que no se
cumpla la famosa sentencia con la que Marguerite Duras dio comienzo ‘El
amante’: «Demasiado
pronto en la vida me di cuenta de que ya era demasiado tarde». Porque, quién sabe, tal vez todavía quede un
hueco en la historia para que Sierra Mágina disfrute de una segunda y próspera
juventud donde nadie tenga que darse a la fuga.
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