La mar revuelta de los olivos —artículo para Ideal Sierra Mágina, marzo 2022—

 Yo, que soy un simple aprendiz de columnista y, además, completamente autodidacta, suelo aplicarme en estos menesteres con herramientas similares o parecidas a las que emplearía en cualquier otro aspecto de la vida. Claro que, uno es o actúa en consonancia con lo aprendido, bien de sus propios errores, bien de quienes fueron sus maestros; pero también de lo leído y —en algunos casos— de lo escrito, pues, aunque a las nuevas generaciones esto pueda llegar a provocarle una risa hilarante, como escribió García Márquez: «El mundo habrá acabado de joderse el día en que los hombres viajen en primera clase y la literatura en el vagón de carga». Y —aviso para navegantes—, con lo de «literatura» no se estaba refiriendo el autor de Cien años de soledad a esas frasecitas para memes que escribe Marwan; ni siquiera a las consignas de autoayuda con que rellena Paulo Coelho sus libros.  


Pero polemizar acerca de lo que se pueda considerar literario o no, no está hoy en mis pretensiones. Como suelo decir, el material fundamental de la literatura es la experiencia humana inmediata, y no hay vidas que sean más literarias que otras; o lo que es lo mismo: la literatura es vida y la vida es literatura —como diría Mariano Rajoy—. Y, ya que hablamos de la vida y de los trabalenguas del expresidente, leía el otro día cómo los de Jaén Merece Más, la plataforma ciudadana de nuestra provincia que ha decidido probar suerte en la política de manos del movimiento de la España Vaciada, se quejaban amargamente de que, debido a las guerras internas habidas en el partido de don Mariano, se habían quedado con dos palmos de narices, sin poder hablar en una cadena televisiva de ámbito nacional sobre sus pretensiones y expectativas políticas. En concreto, decían sentirse frustrados porque «una vez más el pez grande se ha comido al chico». 


Me quedé entonces parado un buen rato, mientras pensaba acerca del tamaño de los peces. Incluso, intenté por unos instantes establecer una clasificación entre los depredadores y sus víctimas propiciatorias, aunque desistí bien pronto, nada más tomar conciencia de que, antes de que el pez grande se coma al pez chico, el que ha sido devorado se ha comido otro más pequeño aún; como, por la misma regla, el pez grande terminará en la tripa de otro aún mayor.  





A estas alturas, solo una cosa tenía clara: el espíritu de don Mariano estaba llenando de perogrulladas mi reflexión… o no, que diría él. Porque las lágrimas de los «jaenmerecemás» al verse devorados por la actualidad política nacional resultaban de cocodrilo —de un cocodrilo al menos tan grande como el lagarto de la Magdalena—, si escuchábamos el alarido de sus otrora hermanos, Levanta Jaén —coordinadora a la que, en teoría, pertenece o pertenecía Jaén Merece Más—, al sentir las garras de los primeros en carne propia. Y es que, si te dejan sin la posibilidad de utilizar tu nombre, eso es un mordisco que debe doler lo suyo, aparte de convertir en tus depredadores a quienes han efectuado dicha jugada. 


No voy a especular sobre cómo andarán las luchas fratricidas — y no me refiero a las del principal partido de la oposición, sino a las de las plataformas ciudadanas jienenses— cuando leáis este artículo. Terminen uniéndose, concurriendo por separado o desistiendo de hacerlo, la cuestión está en, como dice Sergio del Molino —que, para quien aún no lo sepa a estas alturas, fue el primero en teorizar acerca de la España vacía, que no vaciada—, lo difícil y bronco que resulta armar estas candidaturas políticas, como ya ocurrió en las elecciones de Castilla y León, precisamente por las diferencias ideológicas de quienes engloban el movimiento contra la despoblación. Y eso, sin tener en cuenta que, al constituirse en partidos políticos, «reducen un debate necesario de país a una negociación de concesiones», como ha quedado demostrado en la práctica con Teruel Existe.  


Si nos centramos en los peces —pequeños o diminutos— de nuestro mar de olivos, al menos a simple vista, después de las sempiternas reivindicaciones sobre las comunicaciones, abundan las referidas a las carencias de Jaén capital, seguidas de las de los pueblos y ciudades más populosas —Linares, Úbeda, Andújar…—, mientras que se engloban en el cajón de sastre de «la provincia» los problemas del resto de pueblos y comarcas de esta tierra. Si no me equivoco, algunos de los tiros de Levanta Jaén van por ahí, aunque, en descargo de Jaén Merece Más, la querencia es lógica, ya que se nutre principalmente de la experiencia de las asociaciones ciudadanas, y estas, en su mayoría, se encuentran en la capital o en las ciudades y pueblos grandes. 


Mientras tanto, aquí, en la recóndita Mágina, seguimos como siempre: a lo nuestro; haciendo la guerra cada uno por su lado, y atajando los problemas según nos van viniendo. Así, ahora nos preocupa la sed de nuestros campos, cuando este es un mal que, por nuestra falta de previsión y de soluciones a largo plazo, nos viene de antaño. Por eso mismo, me temo que nos vamos a quedar bizcos: con un ojo mirando al cielo y el otro a la cada vez más raquítica PAC. Mientras, las plataformas se han empeñado en hacer bueno el refrán. Y es que, a mar revuelta, ganancia de pescadores. 

 

 

  

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