La Iglesia nueva: crónica de un afán (tercera y última)
El 28 de octubre, alcalde y párroco se
presentan en Madrid, previa audiencia concedida por el señor ministro. Don
Pedro escribirá en el diario la siguiente entrada: Eran las once del siguiente día cuando pasamos al despacho. No podemos
ocultar la feliz entrevista y acogida que nos dispensó. Seguidamente el Señor
Alcalde le exhibe ciertos reportajes del pueblo y obras en marcha y proyectos
futuros. Como anillo al dedo, el Señor Ministro en la charla sostenida nos
habló de la vetusta Iglesia que tenemos y su mal estado. Se le dice el objeto
de la visita: sobre el proyecto que ya estaba en la Dirección General de
Arquitectura. Prometió su recomendación al Señor García Lomas, y si éste no
cuenta con su total, yo recurriré dijo a estos cajones que me rodean. Acepto el
“Padrinazgo” y cuanto pudiera ser grande para el pueblo.
Bendición de la nueva parroquia de Nuestra Señora de la Paz el domingo 12 de junio de 1966 por el Prelado de la Diócesis don Félix Romero Menjíbar. |
Durante los días 30 y 31 de marzo, y 1 de
abril de 1964, se celebró el solemne triduo con el que se despedía a la vieja
Parroquia. Todavía quedan hoy feligreses que recuerdan con emoción aquellos
días; cuando don Pablo Martín de la
Sierra y don Antero Hurtado regresaron a Bélmez de la Moraleda para despedir
junto a Don Pedro a su vieja e inhóspita, pero querida, Parroquia. Tras la
celebración religiosa, personas de todas las edades, “con radiante gozo y alegría fregaban por última vez sus vetustos
suelos, y en cuyo seno fueron engendrados para Dios, en el Bautismo, unos
18.000 nacidos. ¡Adiós! ¡Parroquia querida!” .Don Antonio Fuentes León,
natural y vecino de Bélmez de la Moraleda, sería el encargado de desmontar la
vieja Iglesia por un total de 35.000 pesetas.
El día 27 de abril, durante
el acto de concesión del título de hijo adoptivo a don Camilo Alonso Vega, toma
la palabra don Pedro Ortega Campos. Ante su Parroquia destruida, y dirigiendo
su mirada hacia el ministro, le dice:
-Tú eres ministro de España,
y yo también soy ministro, “un ministro de Cristo”…
Cuando llegó su turno, don Camilo parecía
emocionado:
-Yo os aseguro que vuestra
Iglesia será una realidad tan pronto como las circunstancias lo permitan…
porque yo necesito mucho que pidan por mí.
El 15 de octubre de 1.964 se recibe la gran
noticia: el Ministerio de Hacienda ha aprobado las obras en la cantidad de
cuatro millones y medio de pesetas. Ese fue el montante final de la obra, sin
contar con el solar y la Casa Consistorial que donó el Ayuntamiento, además de
las más de 400.000 pesetas que el pueblo aportó en donativos. Esta cantidad
sirvió para financiar el coste del nuevo cuadro del Señor de la Vida, obra del
pintor Tamayo, así como para hacer frente a la compra de bancos para la
Iglesia, lámparas, mobiliario y otros enseres necesarios en una Parroquia.
El último día de octubre sale publicada la subasta de las obras en el Boletín Oficial de la Provincia.
-Hay que hacer algo ruidoso
para que lo sepa el pueblo.
Le profería alterado el alcalde al señor
cura, mientras lo zarandeaba como a un pelele.
-Pues nada mejor que unos
cohetes, que tan buen resultado dan a falta del habla de las campanas.
Y de inmediato, don Miguel ordenó quemar
dos tracas en el mismo solar de la vieja Parroquia, y al disparo de las salvas
de los cohetes, el pueblo se congregó poco a poco en torno a la noticia.
Conforme se hizo de noche, la muchedumbre
se disolvió en un dulce azucarillo con
regusto a felicidad. En torno a una hoguera improvisada con tablones y ramas,
el cura y el alcalde, acompañados ya por muy pocos, aún continuarían
desgranando su euforia y sus planes hasta bien entrada la madrugada.
Después de algunos contratiempos, el 25 de
enero de 1965 dan comienzo las obras a cargo de Contratas Jurado con sede en
Madrid. El proyecto final es obra del arquitecto don José Soler del Río, con
una estructura moderna y funcional que admite un aforo de unos trescientos
feligreses sentados. Encima de la marquesina de la fachada principal, sobre el
muro de la pared que da al campanario, un Sagrado Corazón en pasta de piedra de
dos metros y medio vigila la plaza desde su altura. Las obras se darían por
concluidas a mediados de mayo de 1966.
El día 11 de junio, víspera de la solemne
inauguración de la nueva Parroquia, se produce el traslado bajo palio del
Santísimo desde su exilio de la Cooperativa espartera hasta su nueva casa. El
día 12 de junio de 1966, todo estaba preparado en las gradas de la puerta
principal de la nueva Iglesia, y hasta se habían trasladado a Bélmez equipos de
radio y televisión para inmortalizar el momento. Don Pedro estaba exultante
delante del micrófono, y tras dar la bienvenida a todos, se dirigió al
ministro: “…Cuán muestra tenemos que
vuestra promesa quedó hecha zanja, piedra, ladrillo, arte e Iglesia, de ahí
que, juegue en mi imaginación la comparación según la cual este pueblo es para
ti tu Tiberiades, escenario de muchos trabajos del Señor; pero también
quisiéramos que fuera tu Betania, espacio de silencio y descanso a la vista de
que tu celo por él no cae en el vacío…”
En su álbum había colocado una fotografía
de la Iglesia antigua junto a otra de la recién terminada, ambas unidas por una
paloma del Espíritu Santo, que el propio cura dibujó. Debajo, se pueden ver las
firmas del párroco y el alcalde junto a la del ministro en un trazo grueso de
tinta verde, como dándole un toque familiar, casi irreverente.
7 de noviembre de 1965: bautizo del autor del presente texto en el templo provisional de la Cooperativa Espartera El Señor de la Vida. |
Muchos de mi generación –los que tenemos
año arriba o abajo, la misma edad que nuestra Parroquia- aquí hemos sido bautizados
o casi, recibimos nuestra primera comunión, ayudamos como monaguillos o
cantamos en el coro, fuimos confirmados, nos casamos… Por lo que a mí respecta,
toda mi infancia y adolescencia la he vivido al lado de esta Iglesia ya madura,
como yo. Y aunque no pueda acordarme de don Pedro, sí que recuerdo a muchos
curas posteriores. Que le pregunten a don Antonio Molina Contreras, cuando
tenía que regalarnos aquellos globos con el anagrama del DOMUND para que le
dejáramos preparar la homilía.
Y qué contar de don Martín Fernández
Hidalgo con el que fuimos acólitos, pertenecimos al Movimiento Juvenil
Parroquial, jugamos al futbol con equipaciones de verdad –las camisetas del
Madrid o del Barça resultaban prohibitivas para un niño de los 70-, e incluso
viajábamos por toda Andalucía; su colección de películas de “súper ocho” son el
más fiel testimonio de todo ello.
Por otra parte, don Martín sería una de las primeras personas que alentó mi afición a la escritura, aconsejándome y prestándome libros. Yo le estoy muy agradecido por lo de entonces, y por lo de ahora, pues su libro “Bélmez de la Moraleda en sus Documentos” ha sido crucial para que este “junta letras” no se haya perdido mucho por todos estos acontecimientos.
Y no podemos olvidarnos de don Antonio Gijón
Cortés. Quién no lo recuerda ejecutando en el armonio aquellas partituras de
Schubert, Mozart, Bach… músicas sacras que descendían en un vuelo quedo y
etéreo desde las alturas del coro hasta nuestros profanos oídos; o formando
tándem con don Martín, para firmar juntos ese
himno al Señor de la Vida que tanto nos emociona. Y el aguante que tenía
con el coro, con la rondalla, con los villancicos…
Por
todo ello en definitiva, y todo lo que ha venido después y que sería
interminable relatar aquí, sólo queda felicitarnos por estos cincuenta años de
ferviente y fructífera actividad de esta
comunidad alrededor de su Parroquia y desear que vengan muchos más bajo el
amparo y la guía de Nuestro Señor.
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