Santos de devocionario
Entregados como ofrenda
donde hay certeza interior,
como suave mansedumbre
otorgan su bendición.
-Germán Coppini-
Cuenta la leyenda, que por tiempos de la primera conquista de la plaza de Belmez por las tropas de Fernando III
el Santo, cuando el hoy derruido castillo era una maciza
y casi inexpugnable fortaleza árabe sin las ampliaciones
que en siglos posteriores hicieron los cristianos, tal vez
en una de sus mazmorras o tras un muro construido con
este propósito, se ocultaba un cuadro que representaba a
Cristo atado a la columna y que las huestes musulmanas
habían arrebatado en una de sus numerosas contiendas
a los soldados cristianos.
Aquel Cristo, que los colonos
cristianos llamaron con el nombre de Señor de la Vida
y por el que el pueblo de Bélmez de la Moraleda siente
desde entonces una fervorosa devoción, desafortunadamente fue destruido durante el aciago verano de 1936. En
la actualidad existen dos copias del original: una, la que
se procesiona durante estos días en la pedanía de Belmez,
cuyo autor es desconocido; otra, la que a mediados de los
años sesenta del siglo pasado, los belmoralenses encargaron al escultor Tamayo, cuyo precio rondó las 400.000
pesetas de entonces, cantidad que se satisfizo por una
colecta popular y que es la que permanece en la Iglesia
de Nuestra Señora de la Paz de Bélmez de la Moraleda.
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