El cura bonito

Afortunadamente para nuestra memoria histórica, Bélmez de la Moraleda fue también durante la guerra civil un fenómeno paranormal, pues aunque hubo disturbios, saqueos y represalias por una parte y posterior revancha y encarcelamientos por la otra, no hubo muertes ni actos de guerra destacables en nuestro pueblo durante este período tan convulso y oscuro del siglo XX español. El momento más crítico, como en el resto del país, se produjo justo en los días posteriores al golpe de Estado, cuando un grupo de milicianos de pueblos vecinos tomó las calles de Bélmez, pero gracias al diálogo y a la mediación del secretario del ayuntamiento Don Francisco Rodríguez -padre del que fuera en mi niñez director del colegio Alonso Vega y profesor de francés de los que pasamos ya de los 50 años, Don Antonio Rodríguez- la cosa no fue a mayores, pues se valió de su amistad con uno de los jefes del grupo de la vecina Jódar, para convencerles de que se dieran la vuelta.
No correría la misma suerte Don Francisco Moreno Arroyo, conocido como el cura bonito, que lo fue de Bélmez desde 1925 hasta 1932, decapitado y quemado posteriormente cerca de Jimena el 19 de julio de 1936.
En la fotografía aparece este cura durante la celebración de la procesión del Señor de la Vida.

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