Purificación de la Torre Villarrasa

Mujeres y hombres no tan notables aunque tampoco anónimos, nos dejan el testimonio de cierta querencia por su pueblo, por sus costumbres, por su gente y nos ayudan a encajar las piezas del puzzle de la historia.
A Purificación de la Torre Villarrasa, Pura, los de mi generación la conocimos cuando estaba a cargo de la Biblioteca Municipal allá por los años 80, pero su labor y trayectoria en Bélmez de la Moraleda comenzó cuatro décadas atrás. Nacida en la vecina Huelma en 1920 y casada en 1946 con Miguel Rodríguez Montávez, tuvo 9 embarazos de los cuales llegaron a nacer 3 hijas y tres hijos. Inició los estudios de Magisterio, aunque no los terminó por problemas de salud de sus padres. Gestionó junto a su marido, que era funcionario del Ayuntamiento, un Botiquín en una época en la que Bélmez carecía de farmacia. Fue animada por el médico Don Vicente Guzmán para que asistiera en los partos, pues por aquella época no había matronas tituladas, siendo su labor en estos menesteres totalmente altruista de ayuda a las mujeres y a los profesionales sanitarios titulados y no por motivos económicos. Se formó para ello con textos de obstetricia de la época que pidió prestados en Jaén. Además, acudía los fines de semana a la Maternidad Provincial de la calle La Cuna de la capital, donde tomaba nota de la práctica de las Matronas, aunque sólo le dejaban vestir y lavar a los recién nacidos. Ejerció como partera entre 1947 y 1952, aunque se puede decir que no dejó de hacerlo hasta bien entrados los 60, fechas éstas más o menos en las que las mujeres parturientas de los pueblos comenzaron a ser atendidas en Hospitales de manera regular. Pura se definía a sí misma como una mujer excesivamente metódica, meticulosa y muy religiosa. A todo eso añadiremos que era educada, culta y cariñosa. Yo tuve la suerte de hablar mucho con ella en mis visitas por la Biblioteca a finales de los 70, principios de los 80. Siempre tenía un buen consejo para un joven con inquietudes literarias como yo, y lo mejor de todo, que nunca intentó imponer una censura de tipo moral o de preferencias literarias sobre las lecturas que elegíamos. Consiguió incluso, que en aquellos primeros años de la democracia, al auspicio de la Biblioteca, se celebraran durante las fiestas un concurso literario y otro de pintura al cual nos llegamos a presentar casi una veintena de niños y jóvenes de la localidad.
(Fotografía: Inmaculada Rodriguez de la Torre).

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