Los orígenes familiares de María Zambrano

 
María Zambrano niña
En este olímpico agosto de 2016, donde por trigésima primera vez se veneran las proezas deportivas modernas, vemos como todos luchan por ser aunque sea el lugar de nacimiento del abuelo, de la madre o del perro de la medallista. Este presente, donde los héroes son los deportistas, a quienes se adula como a modernos guerreros que guían los pueblos hacia la gloria del podio, mañana conformará su historia. De momento, la historia aún está plagada de unos valores muy diferentes, con pueblos que también se enorgullecen por ser la cuna de los abuelos de una heroína que alcanzó metas diferentes, pues sus proezas estaban en sus ideas y en sus escritos, logrando con su esfuerzo y su trabajo influir en el pensamiento y en la filosofía de un tiempo dominado por hombres. Y así cuenta la historia, que en 1907, cuando María Zambrano Alarcón contaba con 3 años de edad, pasaba una temporada en un cortijo de la localidad de Bélmez de la Moraleda, propiedad de su abuelo materno Francisco Alarcón Martínez , teólogo, comerciante de uvas pasas con Inglaterra y propietario de varias minas de carbón en la localidad, negocio que le llevaría a la ruina. En dicho lugar sufrió un desvanecimiento que se prolongó varias horas, hasta el punto de que la dieron por muerta. Afortunadamente no fue así, y tras pasar varios meses de reposo en Bélmez, se marchó a Madrid con su familia para llegar a ser una de las mujeres más influyentes e importantes de la historia de la filosofía en España
María Zambrano adulta

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