"La tierra de las fatigas"



        

          A ver, que levante la mano quien no haya renegado alguna vez de haber nacido aquí… Sed sinceros…todos nos hemos sentido en alguna ocasión enfadados con el mundo, porque el destino dio con nuestros huesos en este recóndito paraje en el valle de una sierra de crestas agudas, que parece afrentarnos desde la desnudez de su cima.

         Y no es algo que deba avergonzarnos, en absoluto. Solo basta con que abandonemos por un momento la tertulia del Parlamento y dirijamos nuestra atención hacia las conversaciones que nuestros jóvenes mantienen en un banco del Nacimiento o en la barra de algún bar, para vernos reflejados en su abominación hacia lo que alguna vez oí nombrar por un mayor como “la tierra de las fatigas”.

         Como el niño que acaba de descubrir que su padre no es perfecto, cuando destapamos las carencias de este pueblo nuestro, estamos dando un salto hacia adelante, porque el cariño y el amor -y hasta la devoción y la pasión- no están reñidos para nada con la razón y la verdad.

         Querer lo nuestro, lo que somos, de lo que formamos parte, no es ceguera ni desdeño de la evidencia. Al contrario, el ser críticos, el sabernos el “culo del mundo” en casi todo, nos da la perspectiva suficiente para poder ver el camino que va faldeando esta Sierra Mágina hacia el futuro de una Bélmez de la Moraleda próspera.

         Oteando desde este cariño no conforme, nos vamos a sentir más despejados y estaremos más despiertos, incluso ojo avizor, porque si por algo se caracteriza la gente de esta tierra, es por ser espabilada.

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