"La tierra de las fatigas"
Y no es algo que deba avergonzarnos, en absoluto. Solo basta
con que abandonemos por un momento la tertulia del Parlamento y dirijamos nuestra atención hacia las conversaciones que
nuestros jóvenes mantienen en un banco del Nacimiento
o en la barra de algún bar, para vernos reflejados en su abominación hacia lo
que alguna vez oí nombrar por un mayor como “la tierra de las fatigas”.
Como
el niño que acaba de descubrir que su padre no es perfecto, cuando destapamos las
carencias de este pueblo nuestro, estamos dando un salto hacia adelante, porque
el cariño y el amor -y hasta la devoción y la pasión- no están reñidos para
nada con la razón y la verdad.
Querer lo nuestro, lo que somos, de lo que formamos parte,
no es ceguera ni desdeño de la evidencia. Al contrario, el ser críticos, el
sabernos el “culo del mundo” en casi todo, nos da la perspectiva suficiente para
poder ver el camino que va faldeando esta Sierra Mágina hacia el futuro de una
Bélmez de la Moraleda próspera.
Oteando desde este cariño no conforme, nos vamos a sentir
más despejados y estaremos más despiertos, incluso ojo avizor, porque si por algo
se caracteriza la gente de esta tierra, es por ser espabilada.
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