Cinco años —Artículo para Ideal Sierra Mágina, mayo de 2021—

Cumplir cinco años para un periódico —¡de papel!— me parece todo un milagro en esta posmodernidad acelerada y casi distópica, que atribuiremos al mejor postor de entre las numerosas veneraciones de los maginenses. Aunque, de existir los milagros, habríamos de repartir a pachas su autoría para que ningún santo de nuestros altares se nos ofenda. Además, a ello añadiríamos lo inconveniente que pudiera resultar el ámbito comarcal de las noticias que cada primero de mes han ido apareciendo —número tras número hasta este sesenta— en las páginas de Ideal Sierra Mágina.

 

No obstante, siento decepcionar una vez más a nuestros lectores más creyentes, pero no hay ninguna mano divina detrás de este logro. Y sí, ya sé que solo soy ese tipo que llegó al periódico en el segundo año de su existencia a soltar una serie de peroratas sobre esta Sierra Mágina de nuestras entretelas, pero no hace falta ser un lumbreras para averiguar que este artefacto gratuito no sería posible sin el apoyo, entre otros, de las entidades locales. Es este un ejemplo práctico y real de esa consecución del interés público que —como suelo predicar aquí— ha de perseguirse desde cualquier cargo de naturaleza política. Así que, por una vez, los dirigentes maginenses podrían darle a Ambrose Bierce con su «Diccionario del diablo» en la cabeza; o cuanto menos, añadirle una excepción a la definición de política que el autor norteamericano nos da en sus «aforismos sulfurosos»: conflicto de intereses disfrazados de lucha de principios; manejo de los intereses públicos en provecho privado.


Claro que, ahora me saltarán a la yugular todas esas legiones de liberales biempensantes y hechos a sí mismos que tanto se predican por los mentideros de la opinión.

—¡Oye, lumbreras!… ¡Sí, tú!… ¡El del Almecino! —y en el preciso momento en que me he dado por fin la vuelta, me han soltado su estocada, envuelta en una mueca ladeada de chulería.

— ¿Y esto pa qué coño sirve?… ¿Se come este pedazo de papel?…


           Llegado este momento, no seré yo quien se arrogue la pretensión de sentar cátedra sobre la labor informativa y social de un periódico de estas características, dentro de su particular y a la vez peculiar ámbito de acción. Pero sí que defenderé letra por letra, signo de puntuación por signo de puntuación el sentido —y hasta el sinsentido— de las ochocientas cuarenta y dos palabras de mi columna. Por eso, y apoyándome de nuevo en los magistrales aforismos de nuestro lexicólogo del demonio de cabecera preferido, observo con estupor cómo no todo el mundo tiene claro, que el efecto es el segundo de dos fenómenos ocurridos siempre en el mismo orden, ya que se genera y tiene lugar a partir de una causa. Porque es en el trasiego diario de los maginenses donde un curioso impertinente como yo se atreve a tomarle el pulso al devenir de esta tierra, para poder hilvanar mis artículos —el efecto— a partir de esas constantes vitales —la causa—. Lo vuelve a decir Bierce: sería sensato afirmar que el conejo es la causa del perro, sobre todo para quien nunca ha visto un perro perseguir a un conejo. O trasladándolo al asunto nuestro de cada mes: sería sensato afirmar, en principio para quien nunca ha visto a un periodista perseguir una noticia, que la noticia es la causa del periódico.





            En realidad, si Ideal Sierra Mágina no existiera, habría que inventarlo, dando con ello fe de que este recóndito lugar perdido en la espesura de la geografía jienense está vivo, a pesar de los muchos olvidos, de los desprecios varios y de las inacabables pandemias. Y es que, en contra de lo que algunos malintencionados pudieran creer, los numerosos acontecimientos, los diversos proyectos y las inagotables iniciativas que, mes tras mes, aparecen en nuestras páginas, no han sido creados de manera ficticia para darle contenido a esta publicación. Aunque les resulte inverosímil a nuestros paisanos más incrédulos, este periódico es una consecuencia y a la vez una prueba fehaciente de que los pueblos de Sierra Mágina, no solo respiran, sino que además se mueven, incluso cuando nos dirigimos rumbo a un futuro en el que no tenemos la certeza de que nuestros asuntos prosperen, nuestros amigos nos vayan a guardar lealtad o nuestra felicidad esté asegurada.


Qué mejor labor podría tener un periódico que la de dar voz a sueños y a miedos; a esperanzas y a preocupaciones; a la vida misma de quienes son a la vez sus potenciales lectores y los protagonistas de sus contenidos. Qué mejor logro para Ideal, el de Sierra Mágina, que terminar mimetizándose con la misma tierra que es su razón de ser y que le da su apellido, con el consiguiente orgullo y la responsabilidad también que ello supone.


Dicho todo esto, queridos lectores, queridos paisanos, dejad que este humilde colaborador se despida, agradeciéndoos vuestra fidelidad a mis artículos, a pesar de que, a veces, el corazón se me suba a la cabeza por esa enfermedad postrante —como diría Bierce— que supone el ponerle demasiada emoción a lo que hago.


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