´Tontadas de jóvenes´, artículo para Ideal Sierra Mágina, octubre de 2024

 No sé si para cuando estéis leyendo este artículo haya dejado atrás su rastro sulfuroso esta versión moderna de la fatua combustión que nos están ofreciendo estos días las redes sociales, a propósito del programa con el que el humorista jienense, David Broncano, ha desembarcado en la televisión pública. A ver, a mí se me antoja eso; que esta polémica es fuego breve y de poca monta, ese efímero calentón que acompaña a la novedad, alimentada por esa máxima que «el nuevo periodismo» sigue a pie juntillas de polemizar en busca de lecturas, likes, visionados o lo que demonios sea en cada red, plataforma o aplicación. 

No os espantéis quienes sois adictos a las soflamas que desde su púlpito televisivo os lanza cada noche —de lunes a jueves— la hormiga reina de pelo rojo. Y es que, a pesar de que me confiese miembro de la trinchera de ` La Resistencia´ desde el principio de su trayectoria, soy consciente de que este humor simplón del de Orcera, tonto por momentos, con su toque negro y de mala baba, este humor tan de Jaén, pero con su pestazo a pueblo, pero a pueblo de verdad (pues poco tiene que ver con el del llamémoslo «graciosillo oficial» de la tierra, Santi Rodríguez, aunque esté más cerca de la chanza según David Navarro, pero menos vehemente e histriónico) no le llega ni tiene por qué gustarle a todo el mundo.  





A propósito de todo esto, alguien ha escrito en las redes de una manera lacónica y sentenciosa, que lo de ´` `La Revuelta´ son solo tontadas de jóvenes. Y puede que lleve toda la razón del mundo; que el programa de la productora    ` El Terrat´  refleje con mayor fidelidad de lo que en un principio pudiéramos pensar los gustos y, sobre todo, los desvaríos que se le debieran presuponer a la juventud de este u otro tiempo. Así que, al igual que ocurría en su anterior paso por una plataforma de pago, en el programa veremos desfilar por el escenario del teatro Príncipe Gran Vía a cantantes de reguetón, trap y demás músicas urbanas, pero también de rock, pop, indie o incluso flamenco, cuyas tonadas, cargadas de estribillos insulsos o grandilocuentes estrofas, conforman la banda sonora del día a día de los más jóvenes. Tampoco faltarán extreamers que ganan millonadas jugando online e influencers que pretendan sentar cátedra sobre lo más insustancial e inútil que se nos pueda ocurrir, actrices y actores ya talluditos interpretando a adolescentes en las series de moda… futbolistas, tenistas, baloncestistas que lo ganan todo, pero también surfistas, waterpolistas y practicantes de cualquier deporte minoritario que se nos pueda ocurrir que también lo ganan todo, pero que al estar lejos del foco mediático, no nos habíamos enterado  


Es en definitiva como la vida misma: un escenario en el que aparentemente no pasa nada digno de reseñar. El foco puesto en un tipo que, por momentos, parece tener horchata en lugar de sangre, hasta que, de repente, se convierte en un mono con platillos o, más bien, en un gorila que está aprendiendo a tocar el bombo. Durante los diez o quince primeros minutos del programa todo parece improvisado, como si lo que ocurriera fuera puro accidente, fruto de la ociosidad y la desgana, un ejercicio de procrastinación con cargo a las arcas estatales. Son estos, instantes de pura desinhibición, sobre todo por parte del público que, escudándose en el relativo anonimato que te da formar parte de la claque, se desfogan de lo lindo, incluso insultando al mismo conductor de la cosa esta enrevesada y revuelta.  


De repente, el humorista y presentador encuentra el hilo por donde tirar (o eso nos hace creer), y la cosa empieza a fluir, no sin antes discutir con su equipo de colaboradores qué orden seguir en lo que ha de acontecer desde ese momento hasta el final del programa, aunque lo cortés no quita lo valiente y todo puede volver a torcerse o simplemente cambiarse.  


Lo dicho, la vida misma; porque nadie me podrá negar que hasta sus entrevistas resultan cuanto menos incalificables como tales, desde el mismo momento que discurren como lo haría cualquier conversación mantenida entre dos personas que parecen no sentirse coaccionadas por la cámara ni supeditadas a su dictadura de formalidad y decoro. Una cotidianidad inusitada que se busca y que casi siempre termina por conseguirse, no solo con los viejos colegas del gremio de las risas, sino con otros entrevistados que (sin quitarle ningún mérito a quienes tienen como oficio el hacer reír, porque buena falta nos hace) llegan hasta allí por tener una historia diferente o extraordinaria, o por realizar tareas o dedicarse a oficios nada comunes en los que, además, son verdaderas eminencias. Y que lo cuentan así, como si nada, aunque lo que forme parte de su rutina sea salvar todos los obstáculos habidos y por haber, por la tierra y por el mar, a pesar de sufrir una total ceguera, o ir practicando por todo el mundo dificilísimas cirugías a través de una pequeña incisión. Pues eso, tontadas de jóvenes.    





Comentarios

Entradas populares