Gracias por el fuego que aviváis




        Como dice mi admirado Sergi Bellver: “La escritura es un país que nunca me pide visado ni me retiene en la frontera”. Y yo añado, un país escogido a voluntad, ese lugar donde siempre voy a  regresar y donde sabes que me vas a encontrar cuando me he perdido. 

         Aparte de ese sentimiento de fidelidad hacia las filas de la literatura, pocas recompensas me da escribir, a mí, que no soy más que un aprendiz de todo y un maestro de nada. Pero sus armas cargadas de palabras son las únicas que quiero disparar, aunque nada gane y aunque todo pierda.

         Sentirme algún día digno en este oficio de locos en busca de terapia, es un sueño que tengo desde bien pequeño. Recuerdo cuando mis padres me decían que un niño o un adolescente tiene mejores  cosas en qué emplear su tiempo, que ya escribiría cuando tuviera por lo menos treinta años. Quizá lo hacían pensando en que se me pasaría esta funesta manía como si de un sarampión se tratase.

         Y os aseguro, que la fiebre con los años ha ido a más, hasta ya no tener cabida en este pobre corazón otra forma de alcanzar mi paz, mi dignidad y mi equilibrio. Porque cuando el día viene torcido, cuando el mundo anda perdido y nada parece tener sentido, ni justicia, ni verdad… cuando ni siquiera lo que escribas como si sangraras, lo que leas como si lloraras encuentra su eco, su emoción, su correspondencia… entonces me resulta muy difícil lograr mantener la cerilla alejada de mis papeles.

         Pero de repente, la luz se abre paso entre  tachaduras y borrones y todo cobra significado en una dimensión renovada y cegadora con un simple mensaje, con una simple foto: 

 “Hola Juan, me gusta lo que escribes, y aunque no nos conocemos mucho, quería compartir la foto de mi niño de 4 años retirando él solo un libro de la biblioteca. Esto de ser padre no es nada fácil. Un saludo”.

         Gracias Mari Ángeles Ríos Daza y gracias, por supuesto, a tu hijo. Gracias a todos los que alumbráis esta afición que siempre quiso ser algo más. Gracias por el fuego que aviváis.

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