Hay quien dice de Jaén



            La identidad colectiva –nacional- es para Ricoeur una mezcla de memoria, olvido e invención. A su formación contribuye, sobre todo, lo que nos enseñan en la escuela, lo que nos dicen los libros, y especialmente, lo que nos presentan los documentales en la televisión, que nunca va a ser inocente, objetiva ni neutral. Así, esta nos proyectará una imagen selectiva del pasado para poder cumplir con su utilidad política de reproducción de unos conocimientos obligatorios para todos los miembros de la comunidad.

            Desde su nacimiento, la Radiotelevisión andaluza ha ido forjando en el imaginario colectivo una idea de Andalucía en consonancia con el pensamiento de Blas Infante, desglosado en su obra más famosa, “Ideal andaluz”, donde defendía la compatibilidad de la identidad andaluza y española, hablando de Andalucía como una “esencia de España” y del andalucismo como un “nacionalismo antinacionalista”.

            Esta es la  única versión y visión de la historia andaluza y española que habéis conocido los nacidos a partir  de la década de los noventa del pasado siglo, salvo que vuestros profesores de ¿historia? –asignatura extinguida o reducida a la mínima expresión- hayan despertado en vosotros la capacidad para cuestionar y poner todo conocimiento bajo la cuarentena de vuestro sentido crítico.

           
Blas Infante, considerado padre de la patria andaluza
Porque ¿de verdad que los andaluces fuimos los primeros en tantas cosas?, ¿ciertamente hemos sido tan tolerantes y receptivos a todas las culturas a lo largo de la historia? Y si la idea misma de España está en Andalucía ¿qué pasa con lo que cuentan los libros de la comunidad castellano-leonesa, o los de la castellano-manchega o la asturiana?

            Creo que las personas, desde nuestra “mismidad”, desde nuestro yo, debemos mirar con relatividad la pertenencia al “nosotros”, y no como un rechazo al orgullo de sentirse identificados con una tierra, sino como palanca que nos lleve a trascender desde ese “nosotros” a un “todos”, pues esa vocación de universalidad está en el crisol de culturas que representa Andalucía a lo largo de la historia, y algo de ello también se desprende del pensamiento de Blas Infante.

Hay una vieja farruca por tientos que hizo Miguel Galindo para Luisa Linares, que seguro que alguna vez habéis cantado los más mayores:

Hay quien dice de Jaén
que no es su tierra andaluza
yo quisiera que esa gente
me viniera a decir
a qué región pertenece.
Algunos responderían
que es de Castilla la Nueva
y yo no he visto en mi vía
a un castellano que diga
menos “eses” en un día.

¿Quién de los más mayores no la ha tarareado dándole un aire entre solemne y divertido,  quién no ha enarbolado su letra para callar las bocas de quienes ponían en duda la “andalucidad” de Jaén?

La realidad es que hay tantas Andalucías como pueblos que la componen en su enormidad y diversidad, como también puede haber tantas ideas de Andalucía como andaluces somos, aunque eso ya va a depender de cada uno de nosotros.

           




                 

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