La Moraleda de Belmez


        Acabadas las guerras y desparecidas sus amenazas, ¿qué valor tiene ya un castillo y quienes moran sus alrededores, sobre todo si la corona ya no te pasa ni un mísero maravedí por ello?. Así son los nobles, así son los señores de la guerra. En cuanto a los habitantes de Belmez, sus prioridades habían cambiado. Ahora en el escalafón estaban las tierras de cultivo en un primer término, y por su puesto, el agua para regarlas, por lo que no tardaron en ir ocupando poco a poco aquella vega vecina que se adivinaba virgen y fértil a la vera de la fuente que emanaba del nacimiento de la Moraleda. La oficialidad histórica la encontramos unos años más tarde con el levantamiento por parte de Alonso de Carvajal de la venta del Carvajal o del Capataz autorizada en 1510 por la reina Juana, más conocida por Juana la loca. Así fue pues, como por obra y gracia de sus propios habitantes, Belmez pasó de ser la villa originaria para convertirse en uno de los anejos, aunque el más importante, de Bélmez de la Moraleda, porque si no... ¿entonces seríamos "La Moraleda de Belmez", no?...

     Durante todo el siglo XVII Bélmez de la Moraleda se estuvo debatiendo entre el ser y no ser; entre la gloria de antaño adquirida por su situación estratégica pero ganada por méritos de guerra y la desgracia de hogaño sobrevenida por el infortunio de las epidemias, de las riadas y hasta de las plagas que azotaron su población en repetidas ocasiones a lo largo del siglo, llevándola incluso al límite mismo de la extinción. Sin embargo, es en la lucha y en la adversidad donde los pueblos forjan su épica y bastó que la providencia les diera a los lugareños de aquel entonces una pequeña tregua, unos años de bonanza y buenas cosechas, para que despuntara una vez más la natalidad. Prueba de ello fue el surgimiento de un nuevo núcleo de población en el lugar que conocemos como El Alhorín. Por otra parte, y también durante el XVII, señala Francisco José Fuentes Pereira, que hacia 1623 la venta del Carvajal o Capataz se había convertido en “morada de mujeres de mal vivir”. Como veis, una vez más queda demostrada la teoría del devenir cíclico de la historia, que resumiríamos con el dicho popular de que "la historia se repite".
(Fotografía del Alhorín: Pedro Balboa Gamarra).

Comentarios

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