"Vida y milagros" del padre Pilón
Secuencia de la película “El Exorcista” en la que aparece el padre Karras |
Es un dicho, pero casi siempre se cumple: la realidad supera a la
ficción. O quién sabe, puede que cuando a William Peter Blatty le rondó
por su cabeza la idea de escribir “El Exorcista” a finales de los 60,
principios de los 70, se inspirara para crear a su temerario padre
Karras en aquel otro jesuita de carne y hueso, que no sólo practicaba
exorcismos con la bendición del Vaticano, sino que también era zahorí y
radiestesista, por lo que lo mismo encontraba agua, que localizaba
y curaba males o ubicaba a personas desaparecidas vivas y muertas. Me
estoy refiriendo al padre José María Pilón, cuya “vida y milagros” ya
eran suficientemente apasionantes antes de que su enfermiza curiosidad
de cura entrometido se topara de lleno con “las Caras de Bélmez”.
Fue pionero entre los investigadores de lo paranormal en España, y como apunta Sol Blanco Soler, su discípula, mano derecha y amiga, siempre trabajó incansable, intentando quitar la envoltura tétrica a este fenómeno, en busca de la verdad, la cual creía tan lejos de las explicaciones demoníacas como de las milagreras y santeras.
Pero desgraciadamente, a pesar de su esfuerzo por elevar la Parasicología española a un fenómeno normal, académico, ayudado eso sí por el empuje y el interés que suscitaron “nuestras Caras”, el asunto en la piel de toro sigue siendo cosa de “caza fantasmas” y “friquis” –y que me perdonen quienes no lo sean-. Porque, mientras lo paranormal, y por ende las caras, se investiga en 75 facultades de EE.UU, 3 de la URSS, 11 del Reino Unido -cuentan con un Centro de Estudios Psíquicos desde 1882-, 10 de Canadá, 5 de la RFA, 3 de Francia, otras 3 de Italia, 2 de Argentina... En España está igual de autorizado y desautorizado el científico y el cantamañanas.
Fue pionero entre los investigadores de lo paranormal en España, y como apunta Sol Blanco Soler, su discípula, mano derecha y amiga, siempre trabajó incansable, intentando quitar la envoltura tétrica a este fenómeno, en busca de la verdad, la cual creía tan lejos de las explicaciones demoníacas como de las milagreras y santeras.
Pero desgraciadamente, a pesar de su esfuerzo por elevar la Parasicología española a un fenómeno normal, académico, ayudado eso sí por el empuje y el interés que suscitaron “nuestras Caras”, el asunto en la piel de toro sigue siendo cosa de “caza fantasmas” y “friquis” –y que me perdonen quienes no lo sean-. Porque, mientras lo paranormal, y por ende las caras, se investiga en 75 facultades de EE.UU, 3 de la URSS, 11 del Reino Unido -cuentan con un Centro de Estudios Psíquicos desde 1882-, 10 de Canadá, 5 de la RFA, 3 de Francia, otras 3 de Italia, 2 de Argentina... En España está igual de autorizado y desautorizado el científico y el cantamañanas.
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