Pinceladas históricas

Caracterización como reina mora en las Fiestas de Moros y Cristianos



Según una vieja leyenda popular, aquella con la que nuestras abuelas nos embelesaban con su maestría de cuentacuentos al abrigo de la lumbre en las noches de invierno, hubo  una vez un reyezuelo, tal vez un cristiano converso al Islam, llamado Belmez. Entre sus esposas se encontraba una joven mora de nombre Leda, cuya belleza e inteligencia la convirtieron en la favorita del rey. Y fue tan grande, tan hermoso su amor, que cuando se fundó el pueblo en aquellos mismos parajes donde acontecieron los hechos, sus primeros habitantes quisieron dar testimonio, nombrando el lugar como Bélmez de la Moraleda. Leyendas aparte, ya en el Cantar del Mío Cid (siglo XII) aparece el vocablo “Bélmez” refiriéndose a una prenda de vestir, una especie de túnica que asomaba bajo la armadura y cuya finalidad era evitar que sus elementos metálicos rozasen el cuerpo.



Ruinas del castillo de Belmez




Vestigio de que Belmez fuera una villa considerable en la época musulmana son los cortijos que aún quedan en este lugar, aunque lo que nos lleva a presumir que contase con un considerable número de habitantes, es la existencia de una mezquita. De hecho, en el castillo había una lápida (actualmente en el Museo Arqueológico de Jaén) en la que se conmemora la elevación de un alminar (torre de mezquita) en el año 1262.



Vista general de Bélmez de la Moraleda




En la relación de los pueblos de España que Felipe II mandó hacer en 1578 se dice que don Alonso de Carvajal tenía la villa “a censo perpetuo”, pagando un tributo al Concejo de Granada. Así, por ser en arrendamiento y no en propiedad, La Moraleda de Bélmez no contaba con edificios notables. Las casas eran de tapiar con unos dos metros y medio de altas y sus cubiertas de retamas y otras fajinas que se criaban en el terreno.



San Juan de la Cruz




Hacia el del 16 de enero de 1582, un reducido grupo de frailes y monjas se han acercado para pasar la noche hasta la Moraleda de Bélmez provenientes de Sabiote. Son los reformados por la madre Teresa de Jesús, que se encaminan para Granada para fundar allí un convento. El viaje se está haciendo duro, pues los caminos se encuentran intransitables para las mulas, que se atollan en el barro formado tras la tormenta acaecida el último sábado. En el grupo viene un fraile, todo un santo, el más místico de los poetas y el poeta más grande de los místicos: el padre fray Juan de la Cruz.



Lugar donde se sitúan los restos de la Ermita dedicada al Cristo de la Expiración




En 1863, Juan Rodríguez, vecino de Bélmez y sacristán de su parroquia, a pesar de la pobre renta de su cargo (180 reales al año) construyó una pequeña ermita en honor al Cristo de la Expiración en la entonces avenida del Visillo, de la que hoy se conserva la que fuera su capilla principal, con su fachada encalada y su huerto en la puerta, dando la bienvenida desde entonces al viajero que llegaba al pueblo por la zigzagueante Cuesta del Prao.












María Zambrano en su niñez




Cuenta la historia, que en 1907, cuando María Zambrano Alarcón contaba con tres años de edad, pasaba una temporada en un cortijo de la localidad de Bélmez de la Moraleda, propiedad de su abuelo materno Francisco Alarcón Martínez , teólogo, comerciante de uvas pasas con Inglaterra y propietario de varias minas de carbón en la localidad, negocio que le llevaría a la ruina. En dicho lugar sufrió un desvanecimiento que se prolongó varias horas, hasta el punto de que la dieron por muerta. Afortunadamente no fue así, y tras pasar varios meses de reposo en Bélmez, se marchó a Madrid con su familia para llegar a ser una de las mujeres más influyentes e importantes de la historia de la filosofía en España.



Comunicado de Franco dando por terminada la guerra civil




En 1936 un obrero de la construcción ganaba en Bélmez de la Moraleda 3 pesetas y uno del campo 2 pesetas. Para comprarse un caballo o un mulo se necesitaban 200 pesetas, un burro valía 70 pesetas, una vaca 150 pesetas, una cabra costaba 6 pesetas, una oveja 8 y un cerdo 20. Así estaba la carestía de la vida cuando el 18 de julio se produjo el golpe de Estado que desencadenó la guerra. En el Archivo Histórico Municipal de Bélmez de la Moraleda faltan los Libros de Actas de los plenos celebrados por el Ayuntamiento entre 1931 y 1939. Sí sabemos, que gracias a la rápida y eficaz intervención de las autoridades republicanas municipales, no se produjo ninguna víctima mortal durante los primeros y convulsos días de la contienda. En cuanto a la represión tras esta, cabe señalar un posible preso en campos de concentración nazis: Juan Vilches García, natural de Bélmez o de Bedmar, fallecido en Güsen (Austria) en 1942.



Don Pedro Ortega Campos en la actualidad




La mañana del 17 de agosto de 1962 don Pedro Ortega apenas llevaba unos días en la parroquia. Salió del templo con determinación y se dirigió hacia el Ayuntamiento. Antes de que nadie lo pudiera impedir, el alcalde Miguel Montabes se encontró con su rostro sonriente y decidido al otro lado de su mesa. “Alcalde, la iglesia se nos va a caer encima. Hay que echarla abajo”. Montabes lo miró con gesto serio, mientras arqueaba exageradamente la ceja derecha, escrutando las facciones de aquella cara aún desconocida, pues solo habían coincido durante la ceremonia de toma de posesión. La mirada fija y penetrante del edil comenzaba a incomodar al cura, hasta que por fin se dispuso a hablar: “Echarla abajo y hacerla nueva, ¿no?...”.





Trabajadoras y trabajadores de la Cooperativa Juan XXIII




La Cooperativa de Confección Industrial Juan XXIII tuvo su germen en una iniciativa auspiciada por Cáritas (el taller CARBEL), pero con escasos rendimientos económicos, sin preparación técnica específica y una producción poco rentable. Así fue que, previa solicitud al Ministerio de Trabajo, a primeros de septiembre de 1968 se comunicaba la concesión de los cursos del P.P.O.(Promoción Profesional Obrera). Dichos cursos comenzaron el 20 de septiembre de aquel año, en turnos de mañana y tarde, con un total de 42 alumnos -37 mujeres y 5 hombres-. El 24 de septiembre se constituía la cooperativa cuyo primer gerente fue don José Martínez del Moral. También se promovieron dos cursos más para atender las solicitudes pendientes -40 mujeres habían quedado en espera- que terminaron en marzo del año siguiente.

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